Fábula del El codicioso y el envidioso

El codicioso y el envidioso J úpiter, desde lo alto de los cielos, envió a Febo a la tierra para comprender mejor los intrincados sentimientos humanos. Dos hombres se presentaron con súplicas distintas: uno era inmensamente codicioso y el otro, terriblemente envidioso. El titán, tras evaluar a ambos, se erigió como mediador y les propuso: "Lo que uno de ustedes pida, el otro lo recibirá duplicado". El hombre codicioso, cuya avaricia no conocía límites, retrasó su petición, esperando que su compañero pidiera primero, con la esperanza de obtener el doble de las dádivas. El envidioso, por su parte, ansioso de obtener ventaja, pidió algo que perjudicaría a ambos. Deseó perder un ojo, de modo que su compañero, al recibir el doble de su deseo, quedara completamente ciego. Febo, al escuchar la absurda petición, se echó a reír y explicó a Júpiter la naturaleza humana: la envidia es una fuerza tan poderosa que lleva a las personas a aceptar su propio sufrimiento con tal de ver desgrac...

La trampa de Autólicus (Nivel A2/ B1)

  La trampa de Autólicus Autólicus era un ladrón muy inteligente. Podía cambiar la apariencia de los objetos que robaba,  así que nadie podía atraparlo. Cada noche, Autólicus entraba en los establos y robaba animales sin que los dueños se dieran cuenta.  Pero un día, intenté robar los bueyes de Heracles, el gran héroe. Heracles sabía que Autólicus era astuto,  así que pensó en un plan: puso una marca especial en sus bueyes. La marca no podía desaparecer,  aunque Autólicus cambiara su apariencia. Esa noche, Autólicus robó los bueyes como siempre. Pero cuando los llevó a su establecimiento, Heracles miró con atención y vio las marcas. ¡Finalmente, descubrió al ladrón! Autólicus intentó escapar,  pero Heracles lo atrapó con su gran fuerza. Desde ese día, Autólicus aprendió que incluso los mejores ladrones pueden ser descubiertos.

Lectura fácil en pretérito perfecto compuesto para principiantes

Lectura fácil en pretérito perfecto compuesto para principiantes     Un día en la construcción Hoy he trabajado en una obra muy grande. Desde temprano, he llegado al sitio de construcción y me he puesto el casco y los guantes. Junto con mis compañeros, hemos organizado los materiales y hemos preparado la mezcla de cemento. Durante la mañana, he levantado paredes y he colocado ladrillos con cuidado. Mi compañero Juan ha mezclado el cemento y juntos hemos construido una parte del muro. También, el electricista ha instalado los cables y el fontanero ha revisado las tuberías. A mediodía, hemos tomado un descanso. He comido un bocadillo y he bebido agua porque hacía mucho calor. Luego, hemos seguido con el trabajo y hemos terminado el suelo de una habitación. Por la tarde, el jefe ha revisado nuestro trabajo y ha dicho que todo está bien. Antes de irme, he limpiado mis herramientas y he guardado los materiales.

El León y el Ratón Agradecido

 El León y el Ratón Agradecido





Un día, un león dormía tranquilamente en la selva. De repente, un ratón que pasaba corriendo por allí, sin darse cuenta, comenzó a correr sobre el cuerpo del león. El león se despertó con un sobresalto y atrapó al ratón bajo su gran garra.

El ratón, asustado, suplicó por su vida. "Por favor, no me comas, majestuoso león," imploró el ratón. "Si me perdonas, algún día te devolveré el favor."

El león, divertido por la idea de que un pequeño ratón pudiera ayudarlo, pero sintiendo lástima, decidió dejarlo ir. "Está bien," dijo el león, "te dejaré ir. Pero recuerda tu promesa."

Unos días después, el león quedó atrapado en una red que unos cazadores habían colocado en la selva. Rugió con todas sus fuerzas, pero no pudo liberarse. Desesperado, su poderoso rugido resonó por la selva, y el ratón, que estaba cerca, reconoció su llamado de auxilio.

El ratón corrió hacia el león y, al verlo atrapado, dijo: "No te preocupes, amigo. Pronto estarás libre." Con sus pequeños dientes afilados, el ratón comenzó a roer las cuerdas de la red. Poco a poco, logró hacer un agujero lo suficientemente grande para que el león pudiera escapar.

El león, finalmente libre, miró al ratón con gratitud. "Gracias, pequeño amigo," dijo el león. "Has cumplido tu promesa y me has salvado la vida. Nunca volveré a subestimar el poder de la gratitud y la ayuda desinteresada."

Moraleja

La fábula "El León y el Ratón Agradecido" nos enseña que los actos de bondad y misericordia pueden devolvernos el favor en formas inesperadas. Ningún acto de ayuda es insignificante, y no debemos subestimar a quienes son más pequeños o más débiles que nosotros.

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